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Código Europeo contra el Cáncer

 

No fume. Si es fumador, deje de fumar lo antes posible y no fume en presencia de otras personas. Si no fuma, no pruebe el tabaco

Se considera que en los países desarrollados del 25 al 30% de todos los cánceres están vinculados al tabaco (cuadro 1). Según los resultados de estudios llevados a cabo en Europa, Japón y Norteamérica, del 83 al 92% de los cánceres de pulmón del hombre y del 57 al 80% de los cánceres de pulmón de la mujer son atribuibles al consumo de cigarrillos. Entre un 80 y un 90% de los cánceres de esófago, de laringe y de la cavidad bucal están vinculados al efecto del tabaco, tanto solo como en asociación con el consumo de alcohol.

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Los cánceres de vejiga, de páncreas, de riñón, de estómago y de cuello uterino presentan una relación causal con el consumo de tabaco; determinadas observaciones dejan suponer una asociación entre el consumo de cigarrillos y un mayor riesgo de leucemia y de cáncer colorrectal, aunque no se haya admitido la naturaleza causal de estas asociaciones.

Dada la longitud del período de latencia, los cánceres vinculados al tabaco que se observan hoy deben ponerse en relación con los hábitos tabáquicos de hace más de veinte años. Por lo tanto, después de una disminución de la incidencia del consumo de tabaco, pasará cierto tiempo antes de que se evidencie una reducción de la incidencia de los cánceres vinculados al tabaco.

Está actualmente demostrado que el tabaquismo ambiental (Environmental Tobacco Smoking, ETS), a veces llamado tabaquismo pasivo, tiene consecuencias nocivas sobre la salud. Sobre la base de los datos epidemiológicos disponibles, la agencia americana para la protección del medio ambiente declaró en 1992 que el tabaquismo pasivo es un carcinógeno pulmonar demostrado para las personas.

El riesgo de cáncer de pulmón es mayor en las mujeres no fumadoras cuyo marido fuma. Se constata también un mayor riesgo de infarto de miocardio a causa del tabaquismo pasivo. En los niños cuyos padres fuman se señala, entre los efectos nocivos para la salud, un aumento de la frecuencia y de la gravedad del asma y de infecciones de las vías respiratorias.

El tabaco puede matar de más de veinte maneras distintas: puede causar un cáncer de pulmón y otras formas de cáncer, enfermedades cardiacas, accidentes vasculares cerebrales, bronquitis crónica y otras enfermedades respiratorias. El índice de muertes de fumadores de edades comprendidas entre 35 y 69 años es tres veces más elevado que el de no fumadores. Aproximadamente la mitad de los fumadores habituales de cigarrillos morirán probablemente a causa de su consumo.

Un gran número de ellos no son especialmente grandes fumadores, sino que se caracterizan por el hecho de que han comenzado a fumar en la adolescencia. La mitad de las muertes debidas al tabaco se producen entre los 35 y los 69 años, lo que con respecto a la expectativa de vida de los no fumadores significa una pérdida de 20 a 25 años. La otra mitad de las muertes tiene lugar después de la edad de 70 años. No obstante, existen observaciones claras y concordantes que ponen de manifiesto que dejar de fumar antes de tener un cáncer o cualquier otra enfermedad grave permite evitar la mayor parte del exceso de riesgo posterior de mortalidad debida al tabaco, incluso si se deja de fumar en la edad adulta.

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Se calcula que, en todo el mundo, el tabaquismo mata a tres millones de personas cada año: la segunda mitad del siglo XX se ha destacado por los 60 millones de muertes que se calcula han sido causadas por el tabaco en el mundo. En la mayoría de los países, las peores consecuencias de la epidemia del tabaco están aún por venir. En particular, entre las mujeres de los países industrializados y en las poblaciones de los países en vías de desarrollo, dado que, en el momento en que los fumadores jóvenes de hoy alcancen la edad adulta o la tercera edad, habrá alrededor de 10 millones de muertes al año debidas al tabaco.

Alrededor de 500 millones de personas que viven actualmente en el mundo pueden esperar morir por el tabaco; 250 millones de estas muertes serán prematuras y ocurrirán en la edad adulta.

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La situación en Europa es especialmente preocupante. La Unión Europea es el segundo mayor productor de cigarrillos (694.000 millones en 1993), después de China (1.675.000 millones), y el principal exportador de cigarrillos (218.000 millones). En los países de Europa central y oriental se constata un aumento continuo del tabaquismo. De las seis regiones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Europa presenta los porcentajes más elevados de consumo de cigarrillos fabricados per cápita y hace frente a un desafío fundamental e inmediato, cual es querer adecuarse al objetivo de la OMS de alcanzar un mínimo del 80% de no fumadores en la población.

Actualmente (primavera de 1994) en la Unión Europea, un 42% de los hombres y un 28% de las mujeres son fumadores habituales. La incidencia del tabaquismo de las mujeres se ve reducida artificialmente por los bajos índices observados en los países de Europa del sur, donde estos índices van en aumento y parece que seguirán aumentando durante la próxima década. Además, la incidencia del tabaquismo en el grupo de edad de 25 a 39 años es elevada (55% en los hombres y 40% en las mujeres) y tendrá probablemente una influencia profunda sobre el aspecto futuro del cáncer. Es especialmente preocupante que la incidencia del tabaquismo entre los médicos generalistas, que tienen un papel ejemplar en el comportamiento sanitario, siga siendo elevada en muchas partes de Europa. Esto debería ser el objetivo de una acción inmediata.

Se ha demostrado que la modificación del consumo de cigarrillos puede producirse principalmente a un nivel social, más que por acciones dirigidas a individuos, como los programas destinados a dejar de fumar. Acciones como la prohibición de la publicidad y el aumento del precio de los cigarrillos influyen sobre la venta de éstos, en particular entre los adolescentes. Por eso es necesaria una política del tabaco para reducir sus consecuencias para la salud. La experiencia pone de manifiesto que este objetivo debería ser perseguido por diversas acciones destinadas a disuadir a los jóvenes fumar y a ayudar a los fumadores a dejar el tabaco.

Para conseguirlo y ser eficaz, una política en materia de tabaco debe ser global y de larga duración. Conviene recurrir a mayores impuestos sobre el tabaco, una prohibición total de la publicidad directa e indirecta, lugares públicos cerrados en los que no se fume, la educación, el etiquetado de los productos de tabaco con advertencias eficaces, una política de contenido mínimo en nicotina y en alquitrán de los cigarrillos, el estímulo del abandono del tabaco y las intervenciones individuales en materia de salud.

La importancia de una intervención adecuada queda demostrada por la escasa incidencia de cáncer de pulmón comprobada en los países escandinavos que, desde principios de los años 1970, adoptaron, a niveles centrales y locales, políticas y programas integrados de lucha contra el tabaquismo. En el Reino Unido, el consumo de tabaco ha disminuido en un 30% desde 1970 y la mortalidad por cáncer de pulmón en los hombres disminuye desde 1980, aunque su índice sigue siendo elevado. En Francia hubo entre 1992 y 1993 una reducción del 3% del consumo de tabaco mediante la aplicación de las medidas contra el tabaco introducidas por la Ley Evin.

Por eso, el primer punto del Código europeo contra el cáncer debe ser:

NO FUME. Fumar constituye la principal causa aislada de muerte prematura.

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FUMADOR: DEJE CUANTO ANTES DE FUMAR. En términos de mejora de la salud, dejar de fumar antes de tener un cáncer u otra enfermedad grave permite evitar la parte principal del exceso de riesgo posterior de mortalidad vinculada al tabaco, incluso si se deja en la edad adulta.

NO FUME DELANTE DE OTROS. Las consecuencias de su consumo de tabaco pueden influir sobre la salud de los que le rodean.

SI NO FUMA, NO PRUEBE EL TABACO. La mayoría de los que prueban se convierten en fumadores regulares. Es difícil detenerse una vez que se ha comenzado.

Referencias básicas

Boyle P., The Hazards of Passive and Active Smoking, New Engl.J.Med. 328:1708-1709 (1993)

Bosanquet N., Europe and Tobacco,.BMJ 304:370-372 (1992)

Doll R, Peto R, Wheatley K, Gray R and Sutherland I., Mortality in relation to smoking: 40 years' observation on male British doctors, Brit Med Jour 309: 901-911 (1994)

IARC (International Agency for Research on Cancer) Monographs on the Evaluation of Carcinogenic Risks to Humans, Tobacco Smoking. Volume 36, IARC, Lyon (1986)

Joossens L, Naett C, Howie C and Muldoon A., Tobacco and Health in the European Union. An overview, European Bureau for Action on Smoking Prevention. (BASP), Brussels (1994)

La Vecchia, C., Boyle, P., Franceschi, S., Levi, F., Maisonneuve, P., Negri, E., Lucchini F. and Smans, M., Smoking and Cancer with Emphasis on Europe, Eur. J. Cancer 27: 94104 (1991)

Peto R, Lopez AL, Boreman J, Thun M, and Health Jr C., Mortality from tobacco in developed countries: Indirect estimation from national vital statistics, Lancet 339: 1268-1278 (1992)

Peto R, Lopez AL, Boreman J, Thun M, and Health Jr C., Mortality from smoking in developed countries 1950-2000, Oxford Medical Publications, Oxford (1994)

United States Department of Health and Human Services, The Health Benefits of Smoking Cessation, U.S. Department of Health and Human Services, Public Health Service, centers for Disease Control, center for Chronic Disease Prevention and Health Promotion, Office on Smoking and Health, DHHS Publication No. (CDC) 90-8416, 1990.

U.S. Environmental Protection Agency, Respiratory Health Effects of Passive Smoking: Lung Cancer and Other Disorders, Office of Health and Environmental Assessment, Office of Research and Development, U.S. Environmental Protection Agency. EPA/600/6-90/006F, December 1992.

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Aviso

La información que usted encontrará en este artículo no pretende substituir el necesario consejo médico o la necesidad de un tratamiento profesional médico para una dolencia o transtorno en su salud.

Siempre debe consultar a un médico ante cualquier duda sobre su salud y antes de comenzar un nuevo tratamiento con medicamentos, dieta o programa de ejercicio físico


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