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Depresión en la mujer: depresión y estado sociocultural

Consideraciones culturales

En cuanto a la depresión en general, la tasa prevalente de depresión entre las mujeres de origen africano e hispano sigue siendo el doble de la de los hombres del mismo origen.

Hay ciertos factores, sin embargo, que indican que la depresión grave y la distimia probablemente se diagnostican con menos frecuencia en las mujeres afroamericanas y con un poco más frecuencia en las hispanas que en las mujeres caucásicas.

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La información de prevalencia para otros grupos raciales y étnicos no es definitiva.

Los síntomas se pueden presentar de manera distinta, y esto puede influir el que se reconozca y diagnostique la depresión en las minorías. Por ejemplo, los afroamericanos son más propensos a quejarse de síntomas somáticos, como el cambio de apetito y los malestares y dolores en el cuerpo.

Además, la manera en que las personas perciben los síntomas de la depresión depende de su cultura. Tales factores deben ser considerados al trabajar con mujeres de distintos orígenes étnicos.

Victimización

Hay estudios que demuestran que las mujeres que fueron acosadas o maltratadas sexualmente en su niñez tienden más a sufrir de depresión clínica en algún momento de su vida en comparación con las que no tuvieron esa experiencia.

Además, varios estudios muestran una mayor incidencia de depresión entre las mujeres que fueron violadas en la adolescencia o en la edad adulta. Estas observaciones son muy importantes, ya que más mujeres que hombres han sido víctimas del abuso sexual en la niñez.

Las mujeres que han sido víctimas de otras formas comunes de maltrato, como el maltrato físico o el acoso sexual en el trabajo, pueden también tener una mayor incidencia de depresión. El maltrato puede llevar a la depresión porque baja la autoestima y causa tristeza, culpabilidad y aislamiento social.

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Es posible que existan factores de riesgo para la depresión de tipo biológico y ambiental, como la crianza en una familia disfuncional. Se necesita más investigación para entender si la victimización está específicamente ligada a la depresión.

Pobreza

Las mujeres y los niños representan el setenta y cinco porciento de la población que vive en situación de pobreza en los EE.UU.

La pobreza trae consigo muchos factores de estrés como el aislamiento, la incertidumbre, los acontecimientos negativos frecuentes y el poco acceso a los recursos de ayuda.

La tristeza y la falta de entusiasmo son comunes entre las personas de ingresos bajos y entre aquéllas que no tienen apoyo social.

Pero las investigaciones no han establecido todavía si la depresión es más prevalente entre las personas que enfrentan estos factores ambientales de estrés.

La depresión en la tercera edad

Hace algún tiempo, se pensaba que las mujeres eran particularmente susceptibles a la depresión cuando los hijos se iban de la casa y ellas enfrentaban el "síndrome del nido vacío", sintiendo una pérdida profunda de propósito e identidad. Sin embargo, los estudios científicos no demuestran un aumento de depresión en las mujeres en esta etapa de la vida.

Al igual que en los grupos más jóvenes, más mujeres que hombres padecen de depresión en la vejez.

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Similarmente, en todas las edades, el no estar casado (incluyendo la viudez) es un factor de riesgo para la depresión. Lo más importante es que la depresión no se debe considerar como una consecuencia normal de los problemas físicos, sociales y económicos que se enfrentan en la tercera edad.

De hecho, hay estudios que muestran que la mayoría de las personas adultas se sienten satisfechas con su vida.

Aproximadamente 800,000 personas quedan viudas cada año.

En su mayoría estas personas son mujeres de mayor edad, y presentan un cuadro de síntomas depresivos bien variado. La mayoría no necesita tratamiento, pero aquellas con tristeza moderada o severa parecen mejorarse al asistir a grupos de apoyo o recibir otros tratamientos psicosociales.

Sin embargo, una tercera parte de las personas viudas, sean hombres o mujeres, tienen un episodio de depresión grave en el primer mes luego de la muerte del cónyuge, y la mitad de éstas permanecen clínicamente deprimidas por un año.

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Estos trastornos depresivos responden al tratamiento con antidepresivos, pero todavía se está investigando cuándo es el mejor momento para comenzar la terapia y cómo se deben combinar los medicamentos con tratamientos psicosociales. 

 

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Autor: Dr. Carlos Muñoz Retana

​Actualizado: 7 de Febrero, 2019

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